viernes, 25 de abril de 2014

Fasten your seatbelts.



En noviembre de 1986 subimos a un vuelo de Iberia para tocar en un primer encuentro de rock iberoamericano en Madrid. 

Nos seleccionaron (a los SM), para abrir el show de Charly García y el Ultimo de la Fila. 


Fuimos invitados por Miguel Ríos y Carlos Narea. Pronto nos tocaría aprender una lección para toda la vida. O varias. 


Nos esperaban ocho o nueve horas de vuelo acompañados de una comisión de Acción Democrática que se dirigía a Santa Cruz de Tenerife a inaugurar una biblioteca para rendir homenaje a Rómulo Gallegos. Eran los tiempos de Jaime Lusinchi y Blanca Ibáñez. 


Apenas abordamos, ya todo sonaba como ese merengue de Javier Dominguez "Curda y Perico". Puedo asegurarles que todos los miembros del partido que se encontraban abordo estaban completamente ebrios. Pude contar a unas cuarenta (40) personas.


Todos vestían un conjunto safari muy ochentoso. En color marrón, estilo funcionario público y sus respectivas insignias de AD. Luego empezaron a entonar el himno de su partido. 


Cayayo intentó en vano razonar con una señora sentada a nuestro lado y sin querer queriendo, la señora derramó su whisky sobre nosotros. 


La tripulación de Iberia se vio forzada a cerrar el bar y aún no habíamos despegado. 


Lo alarmante es que ya pasaron casi 30 años de este incidente. 


Un país completo no logra despegar. Y por alguna razón misteriosa seguimos contando con funcionarios públicos de escasa o ninguna calidad humana. 





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