Creo que a todos nos dieron un veneno. Veneno traído de Cuba. Lo que produce es una gran ceguera. Y acaba con amistades, matrimonios, familias y países enteros. Y destruye la felicidad.
Venezuela solía ser hasta hace algunos años un país feliz.
Nos dio todo y nos sigue dando todo. Alguien contaminó nuestro suelo con hambre, desesperación y tristeza.
Acabó también con nuestra moneda. El Bolívar ya no vale nada y prostituyeron su nombre.
Ahora el mismo veneno acaba con la vida de venezolanos. La vida que es nuestro único tesoro. Lo único que tenemos para transitar este mundo y aprender los que nos toca aprender.
Los venezolanos, especialmente los estudiantes, se enfrentan a un monstruo. Un ser humano sin alma. Incapaz de sentir compasión. Una momia viviente. Su nombre es Fidel Castro y vino a quedarse con todo.
Esa momia acabó también con la felicidad de los cubanos. Ahora intenta quitarnos la felicidad y quitarnos la vida. Porque la vida sin felicidad no es vida.
Maduro también bebió del veneno. Olvidó cuál es su país. Se olvidó de Venezuela y de todos. De su boca sólo salen las mentiras que Fidel sembró.
Cada día que pasa los venezolanos vemos la miseria que nos rodea. Está pasando el efecto del veneno que nos tenía ciegos.
Ojalá que sea pronto y que no se nos vaya la vida. Que Dios nos acompañe a recuperar nuestra felicidad. Nuestro país. Amén.
Y tú, Maduro, show me the money. Wincho
esperemos encontrar pronto el antídoto
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