sábado, 31 de mayo de 2014

Fito en el Hilton


Fito, Tweety y Alejandro  llegaron a Caracas y se quedaron en el Hilton. 
La cosa no fluyó bien con Calamaro y preferimos trabajar con Fito. 

Ninguno de nosotros tenía nociones sobre producción musical. 
"Qué hacía un productor? Ni idea". 
Ellos venían de un festival en Berlín y Fito ya era un tipo reconocido. 

Tweety era su mano derecha 
en la música. 
Se notaba que lo ayudaba en todo.


Alejandro era su técnico de confianza. 

Todos estábamos muy ansiosos e inseguros. Sería la primera vez en un estudio 
para grabar un disco y aún nos faltaba mucha experiencia. 

Fito se sentaba en el piano cada vez que podía. 
Tweety se ocupaba de la consola y con Alejandro conectaban todo. 
Colocaban micrófonos y pasaban cables de un lado a otro. 

Un día hubo que abrir la consola y hacer limpieza. Lo mismo con un grabador de 24 canales. 
Esos de cinta. Ni Protools ni edición digital. A tocar lo mejor posible y luego vemos. 

Alberto, Fito y Tweety decidieron programar unas baterías. 
El tempo de la banda no estaba al giorno. 
Había que programar y eso cambiaría el sonido radicalmente. 
Todos entramos en pánico, pero nadie decía nada. Había que continuar. 

Sólo contábamos con tres semanas para grabar y mezclar.  
Rodven esperaba buenos resultados y nosotros también. 

Hoy en día uno va confiado al estudio, creyendo estar listo y nada. 
La música es difícil de manejar y éramos una novatos. 

Pablo cantó sus partes. Cayayo y Pingüino grabaron sus guitarras. Tuve que repetir varias veces 
mis líneas. Alberto, Tweety y Fito con un drum machine Yamaha. Fito grabó algunos teclados. 
Fue agotador. Hubo que hacer de todo para terminar ese disco. 

A veces me iba en bici de noche hasta el Hilton para juntarme con ellos. 
Hoy en día sería muy arriesgado. 

Cayayo y Alfredo Lois terminaron el arte y así nació El Amor Ya No Existe. 

Es una pena que ese título tenga tanta vigencia. 

miércoles, 28 de mayo de 2014

Music makes the people come together...




Qué sería de nosotros sin la música?

Ella nos brinda profunda satisfacción 
y es la mejor compañía.

Para algunos es un oficio de alto riesgo.
Algo así como el surf. Incierto.
Un día estás y luego ya no estás.

Si uno se descuida, la música empieza 
a ser cada vez más mediocre y vulgar
a nuestro alrededor.
Me ha pasado varias veces en diferentes bandas. 
Basta echar un vistazo por ahí. 

Tiene vida propia y trasciende nuestra existencia. Siempre seguirá sonando
la buena y la mala música.

La vida sería un desierto sin poder escucharla. 

Ella siempre podrá continuar sin nosotros.
Nosotros no podríamos hacerlo sin ella.

"Anda, chamo. Pon una canción.
En esa rocola no hay nada de Arjona".

domingo, 25 de mayo de 2014

Sweet Lemon Pie



I saw the world so many times
Trying to find some place new
In a corner of my heart 
I found you

I saw the light in your window
Then you answered the door
We both got the surprise
A child was born

Oh, sweet lemon pie...
If I ever lose my mind
We are not lost in this trouble
We still have our love

I always come back to you
In your arms I disappear
When you smile, you make me smile
Oh, that’s true

I saw the world so many times
Trying to find someone like you
In a corner of my heart I met you

Oh, sweet lemon pie...
If I ever close my eyes
We are not lost in this trouble
We still have our love

We are not lost in this battle
We still have our love

De la CVG al CBGB




Nunca pensé que alguna vez iría a tocar en el auditorio de Interalúmina en la CVG 
y mucho menos imaginé que años después tocaría con los SM en el CBGB. 

La verdad, ni pensé que iba a dedicarme a la música. Las cosas fueron sucediendo una tras otra cuando Cayayo me ofreció su bajo y me enseñó algunas canciones en un ensayo de SM. 
Me gustaba acompañarlos porque me parecía alucinante estar con unos panas 
que escribían sus propias canciones. 

Mis oídos no podían diferenciar si algo sonaba bien o mal. Eso no importaba. 
Luego descubrimos que sonar bien era tan importante como tener buenas canciones. 

En Interalúmica nos recibieron Luis Lares y su equipo. Era gente muy amable y espléndida. 
Nos llevaron a los trailers donde dormiríamos esos días. Estaban equipados con cocina, lavaplatos, lavadora, etc. Eran como una casa. Una especie de motorhome. 
Estas cosas lo impresionan a uno cuando aún estás en el colegio. 
Cayayo y yo estábamos muy chamos y creo que pocos 
o nadie en la banda había terminado el bachillerato. 

Ir a Puerto Ordáz era como estar en otro país. Todo en la CVG estaba muy organizado. 
Era una especie de Japón tropical con mucha humedad. La gente de allá muy amable y cálida. 
Realmente les gustaba recibir músicos. Y por supuesto, eso se veía en los shows. 
Al salir del auditorio, las niñas no paraban de corretear a Cayayo y a Pablo. 
Era muy cómico verlos huir de unas niñas de entre 15 y 17 años. 

Los primeros síntomas del síndrome pop star. A todos nos tocaría una buena dosis de eso. 

De Chacaíto al Paraíso.



Le dije a mi viejo que necesitaba un bajo y Cayayo estaba vendiendo una imitación de Fender. Made in China. Sólo me pedía 300 bolos por el bajo. Mi viejo me ayudó y compramos el bajo. 

Eso debió ocurrir en el año 82 y el bolívar era una moneda consistente. 
Cayayo usó ese bajo hasta comprarse un Fender Jazz Bass del año 67, luego tomó la guitarra como su instrumento principal.

Habría que estudiar música y ambos pedimos a nuestras familias que nos inscribieran en una escuela que se llamaba Cepromusic. Ahí recibimos algo de teoría y solfeo. Y las clases de bajo estaban a cargo de Danilo Aponte, un bajista muy reconocido. 

No sabía el periplo de escuelas de música que debería atravesar para llegar aquí. 
A descubrir años después que en la música lo que más me interesa son las canciones. 

Subía al metro en Chacaíto, bajaba en Capitolio y agarraba cualquier autobús al Paraíso. 
El metro era algo nuevo en Caracas y al principio pocos lo usaban. Fue por 1983. Al llegar al Paraíso me tocaba caminar al callejón Sanabria. Ahí estaba el Conservatorio de la Orquesta Nacional Juvenil. 

Conocí a mis maestros de contrabajo, Alex Berti y René Alvarez. 
La profesora Irina Kirchner, Edgar Saume y otros más que me enseñaron muchas cosas. 
Me ayudó mucho la profesora Mercedes Rugeles, la mamá de Alfredo. 

Luego pasé una temporada en Ars Nova, la escuela de María Eugenia Atilano. Los profesores se esforzaban para exigirnos disciplina y entrega en la música. El camino sería largo.  

Había otro conservatorio en la Florida donde vi algunas clases de trompeta 
con el profesor Egon Albrecht. Y también con Enzo Villaparedes, trompetista de Desorden. 
No sé porqué escogí la trompeta como instrumento secundario. Era exigente al extremo.

Un día, varios nos fuimos a Berklee. Muchos amigos en la música fuimos a Boston. Bateristas, bajistas, guitarristas, pianistas, cantantes. Otros se convirtieron en productores e ingenieros de sonido. 
Fueron muchos cambios y todo muy rápido. Era fácil perderse y yo me perdí. 
Creo que siempre he estado perdido en la música. Dentro y fuera de ella.  


  

jueves, 22 de mayo de 2014

Los Pacos



Mi primer encuentro con los pacos fue un trauma. Obvio. ¿Quién iba a querer encontrarse a la PM? Venía solo en mi patineta, estaba a cien metros de la casa y me cerró el paso una patrulla de la Policía Metropolitana. Iban en un Ford, modelo 81, blanco, con el logo PM en las puertas. 
Se abrió la puerta trasera, se bajó un tombo gordísimo y de un empujón me lanzó contra el piso. Cuando me incorporé, ya el paco estaba de vuelta en la patrulla con mi patineta en su mano. 
Y arrancaron. Los pacos me habían tumbado. 

En ese momento tendría 13 ó 14 años. Desde ahí sentí gran desprecio hacia ellos. 
No recuerdo haberlos visto nunca ayudar a nadie. Eran unos malandros. 
Temo que eso no ha cambiado. Ahora son despiadados.
Seguramente, recibían maltrato y malos salarios. Hoy debe ser peor.

En otra ocasión, los pacos nos cayeron a Ernesto Braun y a mí en el lugar donde se construía el Centro Consolidado. Hoy se llama Corpbanca. Esa vez nos apuntaron con sus armas. 
Totalmente innecesario. Sólo para darnos un susto. 
Por suerte logramos volver a casa con nuestras patinetas. 

Pasarían unos años antes de lidiar con la GN. Fuimos a tocar en un bar cercano al Julius Pub, en Sabana Grande. Se llamaba la Cueva de Monterrey o algo así. Gustavo Atilano era manager de la banda. Tocaron una o dos bandas antes de nosotros. Cayayo era un menor y no debía estar ahí. 
No habíamos empezado y apareció la Guardia Nacional. Kike Poleo, Cayayo y yo nos lanzamos bajo la tarima y nadie nos vio. Se llevaron a todo el mundo a la jefatura del Recreo. 

Al día siguiente encontramos a todos bien. Había que estar pilas. 

martes, 20 de mayo de 2014

Otra Realidad

Carla me quería mostrar Brasil y fuimos a visitar en 2012. En ese viaje todo cambió. 

Se nos abrió la mente. Creo. 

Estábamos buscando colegios para mudarnos a Brasil. En esa búsqueda, le pedimos al taxista que se desviara y nos llevara por la playa de Recreio. Por una avenida que viene desde Barra y puede verse el mar durante kilómetros. Sin darme cuenta, me salieron algunas lágrimas. Y pensé en una suerte mejor para nosotros y los niños. 

En Venezuela estábamos a punto de perder la cabeza. Eso y otras cosas servirían de combustible para escribir las canciones de Otra Realidad.  

Pasaron unos meses y Carla me dijo: “mejor llama a Carlitos y a Fidel y aparten horas para grabar”. 
En febrero de 2013 empecé a grabar con Carlos Imperatori y Fidel Goa. En ese momento, había mucho trabajo en el estudio. Carlos estaba grabando algunas canciones con Luis de Los Mesoneros y   Rodrigo de Vinilo. Se llaman Araguato. 

Fidel estaba grabando algunas cosas para OneChot. 
Y los Charliepapa también estaban preparando un disco. 

En mi cabeza pensaba hacer un disco sólo con guitarra y voz. Carlos me demostró que las canciones podían mejorar con más instrumentación. Es bueno contar con la ayuda de un productor. Y la verdad, después de grabar algunos tracks de guitarra y voces de referencia, me encontré varias veces perdido. No conocía el camino. 

Por suerte, Carlos toca batería y guitarra. Le gusta probar con sonidos diferentes. Grabamos baterías, teclados, algunas guitarras y mi bajo Fender. Carlos se animó a grabar un solo de guitarra en “Infinito”. Esa canción se estrella al final. En el buen sentido de la expresión. 

También nos ayudó Mariana Serrano en algunas canciones. Su voz es peculiar. 
Un buen día terminamos de grabar todo. Estuve a punto de naufragar varias veces.
Llegamos a puerto. Carlos Imperatori y Fidel Goa no lo saben, pero me salvaron la vida. 


Después de ocho meses aquí, seguimos persiguiendo Otra Realidad. La búsqueda continúa.

sábado, 17 de mayo de 2014

Feels like making love




       Foto: Gloria Dostal Machnowski


Agarramos un vuelo y nos lanzamos a Miami. Para hacer unos shows durante el Winter Music Conference y tratar de colocar el nombre por allá. Creo que fue idea de Miguel. Había bandas de todas partes. Muchas de California. Nos encontramos a Alejandro caminando por ahí. En ese momento ya era manager de Fito. 

Hicimos un recital pequeño en la tienda Esperanto que había en Lincoln Boulevard. Fue un éxito y los peatones se detenían a escuchar la banda y comprar algunos discos. Fue un viaje relámpago y todo se hizo rápido. 

Miguel, Argel y yo nos quedamos en casa de un amigo de Miguel. Un buen pana que nos dio albergue por unos días. Selina y Cayayo se fueron a un hotel. Siempre estaban de luna de miel. Super happy los dos. En fin. 


Esa misma noche tocamos en un bar que se llamaba The Rose. Eran dos o tres bandas cada noche y shows de 40 minutos. Tuvimos suerte. Al encargado y al tipo del sonido les gustó Pan y repetimos al día siguiente. Siempre aparece la familia de Cayayo que está dispersa por el territorio americano. Y suelen ser los mejores fans. 

Luego tocó una banda de California. Casi todos mexicanos nacidos allá y una bajista americana. Ella me dijo una de las cosas más lindas que he escuchado al bajar del escenario: “It’s like you’re making love to your bass”. Sólo alcancé a balbucear: “Oh, thank you”. Esa noche servimos a la música y fue un logro. También el tipo del sonido se acercó a saludarnos. 

Pan estaba sonando bien y era un placer estar con ellos.    


miércoles, 14 de mayo de 2014

Manri



Manri nos ofreció su apartamento en Margarita. Mejor dicho, el apartamento de la familia. 
Son esos edificios en la vía hacia el hotel Concorde. Bartolo y Doña Felipa. Algo así.
Fue durante la administración de Gustavo Atilano, el manager de la banda en ese momento. 

Allá nos instalamos Manri, Alberto, Cayayo, Pablo y Silvia, Javier Roche, Gustavo y su chica del momento. Y luego llegarían miles. Edgar y su novia fueron a otro apartamento. 
Logramos acomodar a unas dieciocho o veinte personas. Todos en el piso de la sala y el resto en otra habitación. 

Manri era super buena onda y estaba al día con la música. 
Todo el día sonaba Bob Marley, The Clash, Depeche Mode, Smiths. Y Bowie acababa de sacar el disco “Tonight”. Canta esa canción con Tina Turner. “Everything will be alright, tonight”, dice la letra. Fue por ahí en 1984. 

El espacio en la cocina era mínimo. Decidí impresionar a todos con mi arroz integral con vegetales. 
El resultado fue incomible. Apenas dos personas corrieron el riesgo conmigo y luego botamos ese engrudo. La alimentación no era balanceada y no había horas para comer. 

Los horarios se cruzaban y era complicado organizar cualquier cosa. Sin embargo, empezamos a tocar en pizzerías y restaurantes de hamburguesas. Algunos amigos pasaban la noche con nosotros y había mucha rotación de huéspedes. Todo muy descontrolado. Era lo normal a esa edad y en ese ámbito. Digo yo. Estaba viviendo mis 17 años y Cayayo 16. 

Un buen día, Claudia e Isabel nos invitaron a mí y a Cayayo a dormir con ellas en su apartamento. Muy lejos de ahí. Love was in the air. Logramos sacudirnos el descontrol por un rato y acomodarnos felizmente con las chicas que tenían el poder. Carro y apartamento. 

“El señor Del Monte dice que ahora sí”, decía un comercial en la tele. Fue todo muy lindo hasta que en Caracas me rompió el corazón. A esa edad es así. Nadie sabe nada del amor. Nadie está preparado. Mejor no tener expectativas y no esperar nada a cambio. Todos terminamos con el corazón roto. Manri también. Nunca me pude despedir de él. Era un tipo especial. 



Día de las madres.


Mi mamá se llama Nelly Mathison. Sus papás fueron mis abuelos Alberto Mathison y la abuela Memela. Me cuenta mi mamá, que nació en los Jardines del Valle y creció entre esa urbanización y El Paraíso. Luego con gran esfuerzo, el abuelo Alberto compraría una casa bellísima en Altamira. Muy cerca de la montaña. Con ese gesto, el abuelo nos cambió la vida a todos. A mi mamá y sus hermanos. Y a mí y a todos mis hermanos. Nelly se casó joven. Seguramente, tuvo varios pretendientes. Las amigas amenazaban con quitarle al novio y se lanzó al agua. Más pronto que tarde se llenó de hijos. Ingrid, Iván, Christian, Adrián y Ervin. Pronto mi viejo se iría de la casa. El viejo Alfonso es un personaje. Nelly se ocupó de darnos lo mejor. Buenos colegios y amor incondicional. Trabajadora y encantadora. Siempre feliz y de buen ánimo. Cantando logró colocarme en la música. Afortunadamente, contó con buenos ayudantes a la hora de educarnos. Todos mis tíos, Schäfer y Mathison. Todos los tíos nos cuidaban y nos inventaban paseos. Cinco hijos pueden volver loca a cualquier madre divorciada. Sin duda, es una prueba divina. Debo haber hecho algo bueno en otra vida para merecer ser hijo de Nelly. Mis respetos y profunda admiración a todas las madres.
Siempre estarán más cerca de Dios. Amén. W